En el último rincón
de ese rubí musculado
ahí, se encuentra la estación
do se halla el tren parado
-Tú siempre vienes de paso-
le dijo al apeadero
No se daba cuenta el tren
que el que pasaba era él
y el que olvidaba primero
V.Nas
Hay tantos apeaderos que dejaron de ser lugar de encuentros, como vías de tren que dejaron de sentir el peso de sus máguinas, vagones, viajeros y equipajes, todos llenos de entusiasmo por llegar a las estaciones donde el amor de otros seres esperaban. Me recorren escalofríos pensar que aún existen vías abandonadas y, en ellas, el paso del tiempo surgiendo con todo tipo de yerbas que las cubren; como apeaderos que dejaron de ser lo que eran, pero existe el espíritu del tiempo en el recuerdo y seguirá buscando la vida la oportunidad de reemprender la marcha en el tren que espera, hallando al viajero adecuado antes de que consuma su energía. No creo que hayan trenes que se olvidan en la estación corazón, sólo hay sueños y deseos que se dejan llevar como vagones de carga y de cola sin poder ser cabeza de tracción nunca.
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